Cuando se habla del mejor método para la exploración e inspección de un área para encontrar maravillosos artículos del pasado, existen diversos métodos que pueden ayudar en dicha labor, sin embargo, pueden ser bastante costotosos y consumir una gran cantidad de tiempo.
Existe mucha superficie que aún espera a ser explorada, por lo tanto, es emocionante la posibilidad de encontrar un método amable que sea más económico y que tome menos tiempo.
El método tradicional más utilizado para la cartografía ha sido la excavación, en la cual los arqueólogos remueven la capa superficial del suelo de las áreas de exploración de la forma más delicada posible para realizar pruebas y si encuentran algo interesante pueden extender la investigación.
Actualmente ha surgido otro método para la exploración arqueológica. El georadar envía señales electromagnéticas a la tierra. Este funciona casi como el eco del sonido, pero en la tierra al medir el tiempo que toma antes de que las señales sean reflejadas y la fuerza de estas. Este genera un mapeo de diferentes características en varios niveles de profundidad.
Claramente, este método es mucho más gentil que excavar el sitio, no existe un riesgo de dañar lo que se encuentre ahí y es más rápido. Se pueden mapear extensas cantidades de terreno en menor tiempo y a un costo asequible.
En comparación, la excavación resulta más apta para explorar áreas limitadas y hace posible obtener muestras de lo que se encuentre. Por otro lado el georadar sería mejor para explorar zonas extensas y evitar costosas sorpresas, así como para tener una primera impresión de lo que hay en la tierra. También tiene bastante utilidad para otros propósitos mas allá de la arqueología, como obtener información geotécnica y geológica, sobre mapas de drenaje, pipetas y tuberías. En otras palabras, al incluir tempranamente un georadar a un proyecto puede brindar facilidades económicas más allá de la información arqueológica.
